ZONA ARQUEOLOGICA






ZONA ARQUEOLÓGICA



.




LA CIUDADELA
La ciudadela es un cuadrángulo de aproximadamente 400 metros por lado, a su alrededor se alzan pequeños templos y en su centro un adoratorio.
Se localiza al sur de la Calzada de los Muertos; en la puerta número 1de acceso a la zona arqueológica. De esta enorme plaza parten las calzadas de oriente y poniente, que al cruzarse con la Calle de los Muertos, orientada de norte a sur, van a dividir a la ciudad en cuatro grandes cuadrantes o “barrios”, dándole una configuración muy similar a la que siglos después los aztecas aplicarán a Tenochtitlan. El acceso a esta plaza se hace de lado poniente por una escalinata que da a la Calle de los Muertos.


La gran plataforma circundante tiene cuatro adoratorios en su parte superior, menos en el lado oriente, en donde solo vemos tres. En el centro de la gran plaza vemos un pequeño adoratorio. Se interpreta que este enorme espacio debió albergar un gran número de personas en determinados rituales y ceremonias. Este cuadrángulo está flanqueado por pequeños templos en rítmica armonía lograda mediante dos elementos constructivos llamados talud y tablero, presentes en toda la ciudad. El talud es la parte inclinada que parte del piso y el tablero es el elemento rectangular. Estos elementos arquitectónicos proveen a la ciudad una fisonomía y estética propias, que fueron adoptadas y adaptadas por otras capitales mesoamericanas.
Arqueólogos exponen que fue exactamente enfrente del conjunto de la Ciudadela, al este de la Calle de los Muertos, donde se construyó el mercado.

TEMPLO DE QUETZALCÓATL
En la plaza de la Ciudadela se encuentra el Templo de Quetzalcóatl, su construcción data del 200 d.C. aproximadamente. Este suntuoso edificio con sus magníficos tableros decorados es la construcción principal de la Ciudadela. Tiene representaciones de Quetzalcóatl y de otra que, según algunos, está vinculada con Tláloc, dios de la lluvia, o con Tlaltecuhtli, señor de la tierra. Estos relieves se distribuyen en los tableros del edificio por sus cuatro costados; el número de las esculturas se relaciona con los días del año. Este maravilloso monumento integra armónicamente la arquitectura, la escultura y la pintura. Cada uno de sus siete cuerpos está constituido por un talud sobre el que descansa un tablero profusamente decorado con serpientes de cascabel y a la mitad de su cuerpo muestran un enorme mascarón al que han dado diferentes interpretaciones (relacionados con Tláloc, dios de la lluvia, y Tlaltecuhtli, señor de la tierra). Los cuerpos de la serpiente son ondulantes y tienen conchas y caracoles a su alrededor. Magistralmente los cuerpos de las serpientes más cercanas a la escalera quedan de tal modo que sus cabezas emergen en las alfardas de la escalinata. Todo el edificio estuvo pintado de diversos colores (rojo, verde, ocre) y en su totalidad está construido de piedras duras.
Excavaciones arqueológicas demostraron grupos de entierros humanos en los cuatro extremos del monumento, cuyo sacrificio se relaciona con rituales agrícolas. Todos los individuos, hombres y mujeres, tenían las manos atadas a la espalda y algunos llevaban collares con piezas en forma de mandíbulas. En el centro del edificio se encontraron alrededor de veinte cuerpos, un verdadero tumulto funerario.
Este edificio se caracteriza (al igual que la pirámide del Sol) por estar orientado al poniente, con una gran plataforma al frente que lo aísla del resto, dándole así un carácter más privado y constituyéndose en un espacio sagrado en relación con el espacio circundante.



CALLE DE LOS MUERTOS
Al salir de la Ciudadela nos encontramos con la Calle de los Muertos, gran avenida que corre de norte a sur, iniciándose al norte en la Plaza de la Pirámide Luna. Con una longitud mayor a 3 kilómetros y 45 metros de ancho, fue el eje principal de la ciudad de Teotihuacan. Sobre esta calle se ven unos tramos planos y otros con escaleras, los que cubren el desnivel de la ciudad y quizá funcionaron como estaciones para procesiones rituales. El nombre de esta calle se debe a los aztecas, que la bautizaron así al creer que los edificios que la flanqueaban eran tumbas, que ellos vieron cubiertos de maleza. Esta enorme calzada, en realidad, es un gran eje que divide a la ciudad en dos mitades; registraba la salida del conjunto de estrellas Las Pléyades que se veían sobre el Cerro Gordo, situado detrás de la Pirámide de la Luna. Otro gran eje perpendicular atravesaba esta calzada, por lo que esta ciudad representaba la superficie terrestre y la dividía en cuatro cuadrantes.




PLAZA Y PIRÁMIDE DEL SOL
La Pirámide del Sol, una de las más grandes del país, fue construida en el siglo I de nuestra era, en los primeros tiempos de Teotihuacan. Se levanta a 65 metros, sobre una base casi cuadrada (222 x 225 m), y está orientada hacia el poniente; tiene cuerpos escalonados resueltos mediante taludes. Estuvo rodeada en tres de sus lados por una plataforma y en su cima se encontraba un templo.
Fue construida sobre una cueva de 120 metros de extensión y el fondo de ésta termina en cuatro galerías en forma de pétalos. Los trabajos arqueológicos (década de 1970) demostraron que en su interior había muros construidos por los teotihuacanos, además de piedras trabajadas que servían como canales por donde corría el agua. Su ubicación en la fachada principal de la pirámide y exactamente al centro de ésta no deja lugar a dudas en cuanto a su importancia y a su relación con la Pirámide del Sol.
Esta pirámide, al igual que muchas otras de los distintos pueblos prehispánicos, representa un cerro sagrado que contiene agua en su interior (altépetl, cerro de agua), alrededor del cual se asienta la comunidad; simboliza el centro del universo, por ello contiene rasgos muy significativos: su orientación hacia el poniente, tiene al frente una gran plataforma que la separa del resto de la ciudad (lo mismo que el Templo de Quetzalcóatl), y guarda relación con el agua y el sacrificio.

Aunque su nombre alude a la deidad solar, hay opiniones fundamentadas respecto que fue dedicada a una deidad acuática. En cuanto al sacrificio, los trabajos del arqueólogo Leopoldo Batres reportan que en cada esquina de los cuatro cuerpos del edificio encontró restos óseos de niños.
La Pirámide del Sol, sin duda una de las construcciones más notables de mesoamérica, es visita obligada y su ascenso a la cima resulta una experiencia diferente. Su acceso, fuera de la zona arqueológica, puede hacerse por la puerta 2 (al frente de la pirámide) o por la puerta 5 –a espaldas de la pirámide. Al costado sur de la pirámide se encuentra el Museo de Sitio, visítelo.

PIRÁMIDE DE LA LUNA
Al extremo norte de la zona arqueológica se ubican varios conjuntos muy interesantes. Comenzando por la Plaza y Pirámide de la Luna; ésta pirámide es más pequeña que la del Sol, pero como está en una parte más alta del terreno, los templos que remataban ambas estaban a la misma altura. La Plaza, al frente de la pirámide, muestra un adoratorio al centro y a los costados de éste unos templetes. Sus proporciones delimitan el lugar en que comenzaba la Calle de los Muertos y conformaban un espacio frente a la pirámide en donde se reunía el pueblo, ya que al templo solo tenían acceso los sacerdotes y los sacrificados.
El enorme basamento que hoy podemos observar de la Pirámide de la Luna, está compuesto por cinco cuerpos escalonados con altos muros en talud, corresponden a la 7ª última etapa de su construcción; al frente, cuenta con una amplia plataforma adosada, formada con muros en talud y tablero y orientada hacia el sur, hacia la Plaza de la Luna. En el interior de la pirámide se encuentran superpuestas seis construcciones más antiguas (del siglo I la más antigua). Las excavaciones más recientes han revelado varios entierros que contenían personajes sacrificados y eran ofrendas dedicadas a las distintas ampliaciones de la Pirámide. Otro entierro más, en las penúltimas etapas de construcción (a la clausura del 5º edificio y comienzos de la 6ª) parece ser que se trataba de tres individuos de alto rango en la sociedad teotihuacana y se cree que tuvieron nexos con sociedades mayas de Guatemala. En estos entierros, además de las osamentas, se encontraron diversos objetos de obsidiana, jade, concha, cerámica y osamentas completas de varios animales – felinos, cánidos, serpientes, águilas, halcón y búho – considerados sagrados en la religión Teotihuacana.
Por cuestiones de seguridad y conservación, solo se puede ascender al primer cuerpo de la pirámide pero, desde ahí, la vista de la zona arqueológica es espléndida, porque se puede apreciar la Calle de los Muertos, La Pirámide del Sol y el resto de la ciudad.
Por fuera de la zona arqueológica se accede por la puerta num. 3.





PALACIO DE QUETZALPAPALOTL (Palacio de las Mariposas)
Se ubica a un costado de la Plaza de la Luna (en la esquina suroeste). Es de los conjuntos habitacionales el más lujoso de cuantos se han encontrado en Teotihuacan. A este edificio se accede desde La Plaza de la Luna, por una amplia escalinata que nos lleva a un gran vestíbulo con pilares y en sus paredes vemos pinturas con elementos relacionados al agua. El techo de madera es reconstruido, ya que cuando se excavo este vestíbulo se hallaron restos quemados de las maderas que lo formaban. Se entra al patio principal del palacio por una puerta que esta a la derecha. Ya en el patio observamos tres cuartos, uno al norte, otro al poniente y el tercero al sur, tiene corredores o vestíbulos decorados con pintura mural. La que se encuentra en el muro norte muestra un fondo de color rojo sobre el que destaca un corte de caracol estilizado con adornos y la cenefa muestra corrientes de agua. Pero, sin duda, lo que más llama la atención son los magníficos pilares que rodean el patio, éstos están labrados con diversos motivos: tanto en la parte superior como en la inferior podemos observar especies de caracoles y lo que parece ser los ojos del dios Tláloc; motivo central es un ave (quetzal o lechuza) con las alas abiertas y la cabeza de perfil, con una mariposa en el pecho, sus ojos son de obsidiana –algunos aún son visibles. Cabe destacar que los pilares del lado poniente muestran al ave de frente, lo que indica (según los expertos) que hubo la intención de resaltar el rumbo por donde se pone el sol. El techo esta construido de talud y tablero, a la ulzansa teotihuacana; en la parte más alta se halla una almena o elemento decorativo con símbolos del año teotihuacano, las almenas están colocadas correspondiendo a cada uno de los pilares. Todo el contexto nos habla de que este espacio debió servir para la gente de la elite teotihuacana.

PALACIO DE LOS JAGUARES
Se piensa que este espacio fue habitado por sacerdotes o dirigentes. Se ubica hacia el poniente del Palacio de Quetzalpapálotl. Es un espacio de buen tamaño que recibe su nombre por las pinturas murales con jaguares, los cuales portan una hilera de conchas marinas sobre el cuerpo y la cola, en alusión al agua. Además, tañen un caracol de los que salen la vírgula de la palabra y gotas de agua. Estas representaciones están enmarcadas por una franja con máscaras de Tláloc que muestran estrellas de mar de cinco puntas y lenguas bífidas. Un pasillo conduce al lado norte, donde hay un patio de menores dimensiones pero con murales en los que vemos a un sacerdote cargando un felino. Todos los patios contaban con desagües que conducían el agua fuera de los recintos.


PALACIO DE LOS CARACOLES EMPLUMADOS
Se encuentra oculto bajo el Palacio de Quetzalpapálotl, presenta una plataforma decorada con bellísimas pinturas murales en las que hay aves y diversos símbolos, y un templo en cuya puerta se observan relieves en piedra de caracoles con plumas, de ahí su nombre. Las pinturas presentan hermosos pericos verdes, de cuyos picos mana agua que va a dar a una flor amarilla, la de maíz. Sobre el muro se aprecia una flor de cuatro pétalos, que es una representación del mundo según los teotihuacanos.
Su acceso es por uno de los patios del Palacio de los Jaguares, recorrer este espacio es una grata experiencia.


OTROS PUNTOS A VISITAR
A lo largo de la Calle de los Muertos se encuentran varias estructuras que formaban parte del trazado de la ciudad, todos los edificios a lo largo de ella, y en general todos los conjuntos, estaban policromados, lo cual debió dar un aspecto muy especial a la ciudad. Al norte de la ciudadela, entre ésta y la Pirámide del Sol, se ubican varios conjuntos interesantes: de lado oeste los llamados Edificios Superpuestos, más al norte y del lado este el Conjunto Viking y al frente de éstos el Conjunto Plaza Oeste, visítelos y admire los restos de pintura mural.
Al frente de la Pirámide del Sol se ubica el Conjunto de los 4 Pequeños Templos; más adelante (hacia el norte) el Conjunto de los Animales Mitológicos; en ésta zona, pero de lado este se encuentra El Mural del Puma, uno de los ejemplos representativos de la pintura teotihuacana. Se trata de un felino con un fondo de curvas que aluden al agua. Este mural es prueba de que los edificios que ahora vemos fueron recubiertos de estuco y pintados por grupos de artistas especializados, ya que había que representar los símbolos con las formas y colores que todo mundo pudiera reconocer. Visítelos.


SUBIR